La blefaritis es una afección inflamatoria crónica o aguda que afecta el borde de los párpados, justo en la zona donde nacen las pestañas. Aunque es una de las causas más frecuentes de molestias oculares, a menudo no se le da la importancia que merece, en parte porque sus síntomas pueden confundirse con otras enfermedades oculares como el ojo seco, la conjuntivitis o la rosácea ocular.
En este artículo, exploramos en profundidad qué es la blefaritis, cuáles son sus causas, síntomas, cómo se diagnostica y las distintas opciones terapéuticas para mantenerla bajo control.
¿Qué es la blefaritis?
La palabra “blefaritis” proviene del griego “blepharon”, que significa párpado, y el sufijo “-itis”, que indica inflamación. Por lo tanto, la blefaritis es literalmente una inflamación del párpado. Esta afección afecta principalmente a los márgenes palpebrales y puede involucrar tanto la piel como las glándulas que se encuentran en esta zona.
Existen dos formas principales de blefaritis:
- Blefaritis anterior: afecta la parte externa del párpado, especialmente alrededor de las raíces de las pestañas.
- Blefaritis posterior: afecta las glándulas de Meibomio, responsables de secretar el componente lipídico de la película lagrimal.
Ambas formas pueden coexistir, y en muchos casos, se superponen con otros trastornos oculares, como el síndrome del ojo seco.
Causas y factores de riesgo
La blefaritis puede ser causada por una variedad de factores, entre ellos:
1. Infecciones bacterianas
Las bacterias, en especial el Staphylococcus aureus, son una causa común de blefaritis. Estas bacterias se acumulan en los márgenes de los párpados, formando una biopelícula que puede desencadenar inflamación crónica.
2. Disfunción de las glándulas de Meibomio (DGM)
Estas glándulas producen el componente graso de la lágrima. Cuando están obstruidas o no funcionan correctamente, provocan inflamación y contribuyen a la evaporación de la lágrima, causando ojo seco y blefaritis posterior.
3. Dermatitis seborreica
Es una afección de la piel caracterizada por escamas grasientas y rojizas, común en el cuero cabelludo, cejas y áreas oleosas del rostro. Puede afectar también los párpados.
4. Rosácea ocular
Este subtipo de rosácea afecta los ojos y párpados, provocando enrojecimiento, inflamación y una mayor sensibilidad ocular.
5. Alergias, parásitos y otros factores
Algunos pacientes pueden desarrollar blefaritis como resultado de reacciones alérgicas, presencia de ácaros (como Demodex), uso de lentes de contacto o cosméticos irritantes.
Síntomas de la blefaritis
Los síntomas pueden variar en intensidad y presentarse de forma intermitente o continua. Entre los más comunes están:
- Sensación de picor, ardor o escozor en los ojos
- Lagrimeo excesivo o sequedad ocular
- Enrojecimiento e inflamación de los párpados
- Formación de costras o escamas en la base de las pestañas
- Sensación de cuerpo extraño («arena» en el ojo)
- Pérdida de pestañas o pestañas mal direccionadas
- Fotofobia (sensibilidad a la luz)
- Visión borrosa, especialmente al parpadear
La blefaritis también puede estar asociada a complicaciones como orzuelos, chalazión, conjuntivitis crónica, y en casos graves, afectación de la córnea.
Diagnóstico
El diagnóstico de blefaritis es principalmente clínico. El oftalmólogo examina los ojos y párpados con una lámpara de hendidura para observar:
- Inflamación del margen palpebral
- Presencia de costras o escamas
- Obstrucción o alteración en la secreción de las glándulas de Meibomio
- Signos de infección, inflamación ocular o daño corneal
En algunos casos, se pueden tomar muestras de secreción o pestañas para análisis microbiológicos o parasitológicos (por ejemplo, si se sospecha de Demodex).
Tratamiento de la blefaritis
La blefaritis no suele curarse definitivamente, pero con el tratamiento adecuado puede controlarse eficazmente. El enfoque principal es la higiene constante de los párpados, acompañada de medidas médicas cuando sea necesario.
1. Higiene palpebral diaria
- Limpieza con compresas tibias: ayudan a ablandar las costras y estimular las glándulas.
- Limpieza mecánica: con toallitas específicas para higiene ocular o con una mezcla de agua tibia y champú para bebés diluido. Se recomienda hacerlo 1-2 veces al día.
2. Tratamiento farmacológico
- Antibióticos tópicos (pomadas o gotas con eritromicina o bacitracina)
- Antibióticos orales, como la doxiciclina, especialmente en casos de blefaritis asociada a rosácea o DGM severa
- Corticoides tópicos suaves, para reducir la inflamación en brotes agudos (uso controlado y por corto tiempo)
- Lágrimas artificiales para aliviar el ojo seco
- Tratamiento antiparasitario, como el aceite de árbol de té, si se confirma infestación por Demodex
3. Terapias avanzadas
- Luz pulsada intensa (IPL): mejora la función de las glándulas de Meibomio.
- Limpieza profesional de párpados (BlephEx®): realizada en consultorio, elimina la biopelícula bacteriana acumulada.
Consejos para pacientes con blefaritis
- Sé constante con la higiene, incluso cuando no tengas síntomas.
- Evita frotarte los ojos.
- Utiliza productos hipoalergénicos y no comedogénicos si usas maquillaje.
- Cambia regularmente las fundas de almohadas y evita compartir toallas.
- Evita el uso excesivo de pantallas o el aire acondicionado directo, ya que empeoran la sequedad ocular.
- Acude al oftalmólogo ante síntomas persistentes o si notas pérdida de visión.
Pronóstico y evolución
Aunque puede ser una condición crónica y molesta, la mayoría de los pacientes logran controlar sus síntomas con una buena rutina de limpieza y el tratamiento adecuado. La clave está en la constancia y el seguimiento profesional para evitar complicaciones a largo plazo.
Conclusión
La blefaritis es una afección más común de lo que se piensa y puede afectar significativamente la calidad de vida si no se maneja correctamente. Reconocer los síntomas a tiempo, mantener una adecuada higiene ocular y acudir al oftalmólogo son pasos fundamentales para controlar esta enfermedad y prevenir sus complicaciones.