Introducción: Origen y vigencia de una teoría controvertida
Como profesionales de la salud, es crucial analizar esta clasificación desde una perspectiva basada en la evidencia, considerando los factores genéticos, metabólicos y ambientales que realmente influyen en la composición corporal.
Los somatotipos en la ciencia actual: ¿Qué dice la medicina?
1. Origen pseudocientífico
La teoría fue propuesta en los años 40 por William Sheldon, quien asoció la morfología corporal con rasgos de personalidad, un enfoque desacreditado por su falta de rigor y sus vínculos con la eugenesia. Hoy, la nutrición y la endocrinología modernas descartan esta clasificación como determinante del metabolismo o el comportamiento.
2. Limitaciones de la clasificación
- No considera la variabilidad individual: Dos personas con el mismo «somatotipo» pueden tener respuestas metabólicas muy distintas a la dieta y el ejercicio.
- Ignora factores clave:
- Genética (polimorfismos en genes como FTO, MC4R, que influyen en el peso).
- Hormonas (tiroides, leptina, grelina, cortisol).
- Estilo de vida (sueño, estrés, microbiota intestinal).
Nutrición y ejercicio: Enfoque individualizado, no estereotipado
1. ¿»Ectomorfo»? Más bien: Metabolismo acelerado o baja ganancia muscular
- Posibles causas médicas: Hipertiroidismo, alta termogénesis, baja eficiencia mitocondrial.
- Recomendaciones nutricionales:
- Superávit calórico controlado (+300-500 kcal/día).
- Proteínas de alto valor biológico (1.6-2.2 g/kg peso).
- Entrenamiento de fuerza progresivo (menos cardio excesivo).
2. ¿»Endomorfo»? Mejor: Resistencia a la insulina o predisposición genética
- Factores implicados:
- Síndrome metabólico (HOMA-IR elevado, adiposidad visceral).
- Leptinemia alta (resistencia a la saciedad).
- Intervención médica-nutricional:
- Dieta antiinflamatoria (baja en ultraprocesados, rica en fibra).
- Ejercicio combinado (HIIT + resistencia para mejorar sensibilidad a la insulina).
3. ¿»Mesomorfo»? Una cuestión de genética y hábitos
- No es un «tipo», sino el resultado de:
- Alta sensibilidad a la insulina.
- Perfil hormonal favorable (testosterona/GH en rango óptimo).
- Adaptación neuromuscular eficiente.
Riesgos de etiquetar cuerpos: Desde lo médico hasta lo social
- Estigmatización: Asociar «endomorfo» con «perezoso» perpetúa sesgos contra personas con obesidad.
- Frustración en consulta: Pacientes que no encajan en los tipos pueden abandonar tratamientos.
- Ignorar patologías subyacentes: Un «metabolismo lento» puede esconder hipotiroidismo o SOP.
Conclusión: Abordaje realista basado en evidencia
Como profesionales, debemos:
✔️ Desterrar mitos y educar sobre los verdaderos factores que influyen en la composición corporal.
✔️ Personalizar las pautas: Usar datos objetivos (análisis de sangre, BIA, DEXA) en lugar de categorías subjetivas.
✔️ Enfatizar cambios sostenibles: Ningún «somatotipo» justifica dietas extremas o sobreentrenamiento.
En lugar de preguntar «¿qué somatotipo soy?», es más útil analizar:
- Historial médico.
- Patrones de sueño y estrés.
- Respuesta individual a macronutrientes.
La ciencia avanza: hoy contamos con nutrigenómica y metabolómica para guiar intervenciones precisas, sin caer en clasificaciones obsoletas.
Para profesionales:
📌 Herramientas útiles:
- Calculadora de tasa metabólica (Mifflin-St Jeor).
- Evaluación de adiposidad (circunferencia de cintura, no solo IMC).
- Pruebas de sensibilidad a la insulina (HOMA-IR) en pacientes con dificultad para perder peso.